Habitualmente no posteo los fines de semana, pero, esta es una ocasión especial. Al ser tan especial no voy a escribir un solo post, ¡sino dos!
Ayer tuve el dudoso privilegio de ver algunos canales esotéricos, de esos tan de moda en la actualidad. La palabra vergüenza se queda bastante corta a la hora de describiros mi decepción y mi incredulidad ante tanto espectáculo circense.
Si me pongo en la piel del consultante me resulta extraordinariamente difícil no colocar a todo el sector en el mismo saco, y, por qué no, tirarlo al mar.
Entiendo por ello perfectamente a los escépticos y a los que atacan a todo el gremio. Aunque sabemos que no es bueno generalizar, es difícil no hacerlo cuando las grandes empresas, que son las que se pueden permitir programas televisivos carísimos, son las más visibles y, de paso, las que más daño hacen.
No quiero decir que todos los que salen en televisión sean un peligro público, hay algún buen profesional, con larga trayectoria, que no le tiene miedo al directo y no necesita un pinganillo para que le alerten de la próxima llamada y, de paso, le den datos desde producción.
Por favor, SENTIDO COMÚN, un señor que no deja hablar al consultante cuando no le sigue la vaina y lo despide sin miramientos con un “Bendiciones, buenas noches”. Una señora que supuestamente realiza “cirugía astral” y en dos minutos te soluciona el problema con unos extraños aspavientos…
Os transcribo un ejemplo de una conversación:
–“tiene usted un abrigo marrón en el armario”
– NO
–“Bueno pues rojo o azul marino”
-NO, lo que tengo es uno negro.
-“Pues eso, un abrigo oscuro es lo que yo veo”, vuelve a responder el supuesto brujo.
La señora estaba preguntando por trabajo pero, al parecer, el caballero tiene auténtica fijación por el fondo de armario y joyeria de los consultantes.